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25 de abril de 2018

Tolerancia al fracaso. Oportunidad en otra dirección




Llegamos a un momento en la temporada en que los objetivos, hasta hace poco lejanos, se van cumpliendo… o no. En parla se han cosechado magníficos resultado por parte de los deportistas del municipio y algunos se encuentran ante la posibilidad de agrandar esos logros, pero también se encuentra por ese mismo camino el fracaso. Hablamos ahora de la frustración ante el fracaso, que en palabras de María José Dunjó, ingeniera reconvertida en consultora de transición profesional, es “un sentimiento que aparece cuando no conseguimos lo que queremos o cuando nos suceden situaciones no deseadas. Según la intensidad del sentimiento y nuestras características personales, podemos reaccionar ante ella con enfado, angustia, ansiedad, etc.”


El buen entrenador no sólo consigue logros con sus deportistas o equipos, sabe sacar lo mejor de cada individuo, organizar el grupo. Esto conlleva algo muy del agrado de la gran empresa actual como es el saber trabajar por objetivos y sustituir los mismos, rápidamente, cuando no se consiguen. De hecho, ADECCO –la empresa de empleo y orientación profesional- y otras entidades similares, organizan unos cursos con exdeportistas de élite a los que intenta incorporar a la gran empresa por el medio de convencerles del gran valor de esta cuestión más arriba apuntada, aunque no tengan experiencia laboral –lo que viene a ser normal entre ellos-. De hecho los grandes deportistas suelen tener muchos e importantes contactos lo que también es un valor y ADECCO ayuda a su correcto empleo.

Pero hablábamos de la tolerancia al fracaso, que se puede trabajar en los niños a muy tempranas edades. Para ello, los expertos invitan a las madres y a los padres a seguir varias pautas:

1. Dar ejemplo
2. Educar al niño o niña en la cultura del esfuerzo.
3. No da todo hecho.
4. No ceder ante las rabietas.
5. Marcar objetivos.
6. Convertir la frustración en aprendizaje.
7. Enseñar a perseverar.


Antes hablábamos de la frustración y siguiendo a la mencionada María José Dunjó “de alguna manera, tenemos la creencia errónea de que las emociones negativas no forman parte de nuestra vida”. Ese sentimiento o similares “nos hacen sentir fracasados, cuando simplemente son la respuesta adecuada a la situación que atravesamos, algo que sucede tanto en situaciones de frustración como en situaciones de fracaso. Son circunstancias temporales y es importante asumirlo, para no anular el proceso de aprendizaje que conllevan”.

“En la infancia creemos que todo el mundo gira alrededor nuestro, que lo merecemos todo y en el instante preciso que lo requerimos. No sabemos esperar porque no tenemos desarrollado el concepto del tiempo, ni la empatía suficiente para pensar en los deseos y necesidades de los demás. Es entonces cuando se empieza a aprender a tolerar la frustración, cuando nos ponen límites y nos sentimos ‘despojados’ de lo que ‘necesitamos’ en un determinado instante. Como niños no tenemos las herramientas para eliminar, disminuir o tolerar ese malestar. Sin embargo, si siempre nos dieran lo que pedimos, no aprenderíamos a aguantar la molestia que provoca postergar nuestros deseos y al llegar a la edad adulta seguiríamos sintiéndonos mal cada vez que nos viéramos obligados a posponer una satisfacción”.

“Las personas con baja tolerancia a la frustración necesitan eliminar ese malestar inmediatamente, haciendo lo más fácil o lo primero que se les ocurre para conseguirlo. Sólo piensan en el bienestar a muy corto plazo y pasan por alto los resultados a medio y largo plazo. Por eso, ante cualquier frustración por pequeña que sea, restan importancia a sus verdaderos deseos y los supeditan a esa satisfacción inmediata, con la consiguiente desmotivación y abandono de sus metas o proyectos auténticos y de futuro”.

“Aprender a tolerar la frustración requiere paciencia, algo que no tiene tanto que ver con la necesidad o los tiempos de espera, como con la fortaleza para afrontar el dolor sin perturbarnos emocionalmente. Si no somos capaces de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en la satisfacción de nuestros deseos, nuestra vida se llenará de tragedias innecesarias, que nos estresarán y nos harán sentir insatisfechos. Por contra, la vida de los que toleran las frustraciones conlleva menos estrés y resulta más agradable, ya que podemos enfocarnos en convertir los problemas en oportunidades de cambio y mejora, incrementando la probabilidad de resolverlos más allá de la reacción o el escape”.

“La tolerancia a la frustración resulta vital para una vida feliz y más que con tiempos de espera, se relaciona con la fortaleza para soportar el dolor sin perturbarnos emocionalmente”.
                                
Animamos desde aquí a todos los deportistas parleños, de cualquier edad, a seguir entrenando en sus deportes favoritos fijando nuevas metas con la ayuda de sus entrenadores… y de sus madres y padres.

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