Llegamos a un momento en la temporada en que los objetivos,
hasta hace poco lejanos, se van cumpliendo… o no. En parla se han cosechado
magníficos resultado por parte de los deportistas del municipio y algunos se
encuentran ante la posibilidad de agrandar esos logros, pero también se
encuentra por ese mismo camino el fracaso. Hablamos ahora de la frustración
ante el fracaso, que en palabras de María José Dunjó, ingeniera reconvertida en
consultora de transición profesional, es “un
sentimiento que aparece cuando no conseguimos lo que queremos o cuando nos
suceden situaciones no deseadas. Según la intensidad del sentimiento y nuestras
características personales, podemos reaccionar ante ella con enfado, angustia,
ansiedad, etc.”
El buen entrenador no sólo consigue logros con sus
deportistas o equipos, sabe sacar lo mejor de cada individuo, organizar el
grupo. Esto conlleva algo muy del agrado de la gran empresa actual como es el
saber trabajar por objetivos y sustituir los mismos, rápidamente, cuando no se
consiguen. De hecho, ADECCO –la empresa de empleo y orientación profesional- y
otras entidades similares, organizan unos cursos con exdeportistas de élite a
los que intenta incorporar a la gran empresa por el medio de convencerles del
gran valor de esta cuestión más arriba apuntada, aunque no tengan experiencia
laboral –lo que viene a ser normal entre ellos-. De hecho los grandes
deportistas suelen tener muchos e importantes contactos lo que también es un
valor y ADECCO ayuda a su correcto empleo.
Pero hablábamos de la tolerancia al fracaso, que se puede
trabajar en los niños a muy tempranas edades. Para ello, los expertos invitan a
las madres y a los padres a seguir varias pautas:
1. Dar ejemplo
2. Educar al niño o niña en la cultura del esfuerzo.
3. No da todo hecho.
4. No ceder ante las rabietas.
5. Marcar objetivos.
6. Convertir la frustración en aprendizaje.
7. Enseñar a perseverar.
Antes hablábamos de la frustración y siguiendo a la mencionada María José Dunjó “de alguna manera, tenemos
la creencia errónea de
que las emociones negativas no
forman parte de nuestra vida”. Ese sentimiento o similares “nos hacen sentir fracasados, cuando
simplemente son la respuesta adecuada a la situación que atravesamos, algo que
sucede tanto en situaciones de frustración como en situaciones de
fracaso. Son circunstancias temporales y es importante asumirlo, para no
anular el proceso de aprendizaje que conllevan”.
“En la infancia
creemos que todo el mundo gira alrededor nuestro, que lo merecemos todo y en el
instante preciso que lo requerimos. No sabemos esperar porque no tenemos
desarrollado el concepto del tiempo, ni la empatía suficiente para pensar en
los deseos y necesidades de los demás. Es entonces cuando se empieza a
aprender a tolerar la frustración, cuando nos ponen límites y nos sentimos ‘despojados’
de lo que ‘necesitamos’ en un determinado instante. Como niños no tenemos las
herramientas para eliminar, disminuir o tolerar ese malestar. Sin embargo, si
siempre nos dieran lo que pedimos, no aprenderíamos a aguantar la molestia
que provoca postergar nuestros
deseos y al llegar a la edad
adulta seguiríamos sintiéndonos mal cada vez que nos viéramos
obligados a posponer una
satisfacción”.
“Las personas con baja
tolerancia a la frustración necesitan eliminar ese malestar inmediatamente,
haciendo lo más fácil o lo primero que se les ocurre para
conseguirlo. Sólo piensan en el bienestar a muy corto plazo y pasan por alto los resultados a medio y largo plazo. Por
eso, ante cualquier frustración por pequeña que sea, restan importancia a
sus verdaderos deseos y los supeditan a esa satisfacción inmediata, con la
consiguiente desmotivación y abandono de sus metas o proyectos auténticos y de
futuro”.
“Aprender a tolerar la
frustración requiere paciencia, algo
que no tiene tanto que ver con la necesidad o los tiempos de espera, como con
la fortaleza para
afrontar el dolor sin perturbarnos emocionalmente. Si no somos capaces de
tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en la satisfacción de
nuestros deseos, nuestra vida se llenará de tragedias innecesarias, que nos
estresarán y nos harán sentir insatisfechos. Por contra, la vida de los
que toleran las frustraciones conlleva menos estrés y resulta más agradable, ya
que podemos enfocarnos en convertir los problemas en oportunidades de cambio y
mejora, incrementando la probabilidad de resolverlos más allá de la reacción o el escape”.
“La tolerancia a la frustración resulta
vital para una vida feliz y más que con tiempos de espera, se relaciona con la
fortaleza para soportar el dolor
sin perturbarnos emocionalmente”.
Animamos desde aquí a todos los deportistas parleños, de cualquier edad,
a seguir entrenando en sus deportes favoritos fijando nuevas metas con la ayuda
de sus entrenadores… y de sus madres y padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario